Juan Félix Sánchez

Creado en 10 Noviembre 2014

Juan Félix Sánchez nació al principio del siglo XX, un 16 de Mayo del año 1900, en una casa (que era de sus abuelos maternos) del pueblo de San Rafael de Mucuchíes, Estado Mérida, Venezuela. Fue un campesino andino arriero, panadero, payaso, maromero, juez, presidente de la Junta Comunal de San Rafael de Mucuchíes, innovador, sombrerero, y tejedor.

En el año 1943 decidió retirarse a un valle solitario en Los Andes Venezolano, a veinte kilómetros de su pueblo natal, un año después de la muerte de su madre, con su compañera Epifanía Gil. No sabía lo que quería, pero sentía la falta de algo importante que llenara su existencia y se fue para El Potrero en busca de "otra cosa mejor".

Antes de irse para ese bello valle, absorbió la devoción religiosa, la ritualización diaria, y el deseo por conocer y hacer. La infancia de todos los niños de San Rafael consistía, principalmente, en trabajo agrícola, la escuela y la actividad religiosa. En la casa paterna Juan Félix aprendió la devoción familiar y el sentido de la fe; todas las noches se reunían a orar en la sala principal. El retiro a El Potrero se debió a algo más que el dolor provocado por la muerte de su madre, y estos fueron los problemas que se encontró con la posición de poder que tenía cuando era Juez de Municipio en San Rafael.

Hoy en día, a un kilómetro y medio subiendo desde la casa donde vivió Juan Félix Sánchez en El Potrero, por encima de la confluencia de dos quebradas, está el complejo arquitectónico y escultórico del Filo de El Tisure, construido por Juan Félix Sánchez durante treinta años de arduo trabajo. En medio de la inmensidad del valle se encuentra una impresionante combinación de capillas, terrazas, plazas, pesebre, Calvario y Santo Sepulcro; todos integrados y amurallados. A pesar de que abundan sitios más planos y más cercanos a la casa en ningún otro lugar se domina una vista comparable. En ese valle no existe el ruido, ni la velocidad, ni la confusión que crea la tecnología, y además de sus creaciones, en el Tisure los visitantes tienen una oportunidad para examinar su mundo interior. Es un lugar espiritual, no importa el tipo de creencias que el visitante tenga porque produce las mismas emociones que Machu Picchu, las pirámides Mayas, o Stonehengue. Para Juan Félix Sánchez todo era de Dios; las piedras, los animales, los árboles, las montañas, entre otros... esta actitud se manifestó en el respecto con que trataba la piedra, la madera y la arcilla que trabajaba, era la expresión del amor de un hombre por su tierra y por el suelo que lo sustentó.

Arquitecto, escultor, tejedor, ceramista y fabulador, este artesano y artista popular tuvo una vida de inmensa riqueza que solo puede dar la humildad y el amor. No hay muchos escultores en el mundo que puedan comparársele. Ni tejedor alguno que no lo mire como maestro. Ni sobran en ninguna parte diseñadores de muebles tan definitivamente divorciados de los esquemas simétricos.

Se dio en el, por una parte, la mezcla de artesano tradicional (en la fabricación de cobijas y sombreros) y del artista creador ( en útiles y diseños textiles, en muebles y tallas). Pero, se dio en él, igualmente, la mezcla de racionalidad, y de la expresividad emotiva. Después de haber vivido 40 años en la soledad del valle de El Potrero, Juan Félix se convirtió en famoso y el artista más reconocido de Venezuela. En la casa de San Rafael de Mucuchíes, donde nació, y vivió sus últimos años junto a su compañera Epifania Gil, al lado de su famosa capilla de piedra, hay una habitación llena de agradecimientos y homenajes otorgados en vida por su labor artística, entre ellos recibió el Premio Nacional de Arquitectura.

Es difícil hablar de los inicios de de Juan Félix Sánchez, este hombre que poseía una sonrisa infantil y mirada penetrante, nació con esa sabiduría propia de los seres que son capaces de captar la energía de la naturaleza, la adoptan y pueden plasmarla artísticamente en cualquier propósito al que se le dedique.

Sus manos gruesas y al mismo tiempo sutiles lograron una estética bien particular, con la que Juan Félix, en perfecta armonía con los divino, trabajó la madera y utilizó la piedra, partiendo, como el mismo decía, de la fusión de los feo con lo bello, para construir la Capilla de la Virgen de Coromoto, La Gruta, La Capilla Grande dedicada a José Gregorio Hernández, la Plaza de la Estatua de Piedra, la Torre, el Santo Sepulcro, en fin, todo un proyecto concebido desde su espacio interno más sagrado.

Yo no hice esto por facha, ni para nada, sino ideas mías para tener una obra aquí, porque uno por donde pasa debe, más que sea, rastro dejar, una huella... Y cuando yo me muera me voy a ir al sitio de los sueños, en donde sabré si los sueños míos eran verdades..."

Juan Félix Sánchez

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